martes, 23 de febrero de 2016

Grito callado



 



Te busco y no te encuentro, negro querido.
Al mismo tiempo me rodean elementos con tu nombre,
huelen al tabaco viejo
que exhala el yelmo de tus resignaciones.
En un acto heroico la pava se levanta,
el mate dulce se persigna frutas,
me señalan fuego
en la hornalla consumida que se quema
ensimismada
como un pucho olvidado 
en los dedos distraídos de los sueños.
Y no te encuentro,
y todo me rodea.
Entro y salgo de tu pieza,
de tu escondite secreto
donde habitan tus musas,
tus coloquios silentes,
tu medusa privada.
Y me vuelvo a volver,
doy a puerta desconocida, 
aunque cuelgue el banderín de River,
no es mi casa ni la tuya,
no se parece a nosotros
ni a los infinitos días filosos de filosofías al amor,
al hastío, 
al lidiar con lo mediocre,
con la poesía visceral en carne viva,
con lo brutal que te acuchilla la ternura.
Esa ajenidad que no nos pertenece 
se ha instalado como un virus insolente
de eses carcomidas,
discorde de lenguaje.
Entonces sé 
que es el ácido silencio del vacío que dejaste,
que repaso con un cloro tan salado
a limpiarlo con los puños y las uñas
que desangra en aceite
carcomiendo el tiempo tuyo, el mío,
el nuestro.
Por eso no te encuentro,
negro blanco,
hermano que me naces desde que estoy vivo,
brotando en cada encuentro,
a cada milagro amanecido
en tu mate de la vida
mental y cristalino trepado a mi cama.
¿Cómo me quedo en esta desidia?
¿Cómo me bautizo, ahora, sin tu barro?
¿No ves que estoy cansado de cansarme?

Si pasan muchos años de buscarte, querido amigo, 
me quedaré sin ruidos y callado,
tranquilo y aprendido
de que uno como vos
que fue tragedia y te dio nombre
ahora te acompaña
para que no te pierdas, Loquillo, 
nunca más.


Jorge Alali, poeta argentino.
7 dic 1963 - 13 dic 2008
Marcelo Meza - 16 de diciembre de 2008

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